Vistas a la página totales

martes, 4 de julio de 2017

La Exposición Nacional de 1872 por Ana María Malachowski Rebagliati





EL PALACIO DE LA EXPOSICIÓN/LA EXPOSICIÓN NACIONAL DE 1872

Durante el gobierno del Presidente José Balta (1814-1872), por una ley del Congreso dada en 1869 se autorizó la construcción del Palacio de la Exposición, construido en las afueras, al sur de la ciudad, más allá de las murallas que el empresario Enrique Meiggs había derribado. Un terreno baldío se convirtió en un gran jardín de 192,000 metros cuadrados, en cuyo centro se edificó este Palacio para realizar allí la "Exposición Nacional", con motivo de los 50 años de la Independencia del Perú. Así, con los planos que fueron encargados a Italia y la construcción que estuvo a cargo del arquitecto italiano Antonio Leonardi, se inició la obra el 2 de agosto de 1869, el proceso se llevó a cabo entre los años 1870 y 1871. El 1° de julio de 1872, pocos días antes de que se produjera la revolución de los Gutiérrez, se inauguró tanto el Palacio como el Parque de la Exposición así también la "Exposición Nacional" organizada por Manuel Atanasio Fuentes ("El Murciélago"). El presidente Balta no pudo asistir al acto, acaso por las preocupaciones políticas del momento y lo reemplazó el Ministro de Gobierno Manuel Santa María.
La "Exposición Nacional" debía ser una exposición de productos naturales, agrícolas y manufacturados; de plantas y animales de toda clase; junto con la cual se celebró un concurso público de modelos de máquinas, plantas y animales útiles extranjeros. La supervigilancia estuvo a cargo de una comisión presidida por el General Manuel Ignacio de Vivanco. Una de la principales atracciones de la exposición y que causó mucho asombro entre el público visitante fue el reloj de Pedro Ruiz Gallo que años más tarde, durante la ocupación chilena, este y otros objetos de arte fueron saqueados y llevados a Santiago. Se trataba de un reloj monumental que desde el año 1866, el teniente coronel Pedro Ruiz Gallo, había estado preparando los planos. El diario El Comercio del 10 de junio de 1867 decía sobre él entre otras cosas: "el reloj del señor Ruiz es un monumento que honraría a cualquier nación".
La exposición estuvo abierta al público hasta el 5 de octubre del año 1872 en que se llevó a cabo la ceremonia de clausura.

EL PALACIO

Este magnífico edificio de dos pisos es uno de los pocos en América del Sur donde se utilizó de manera audaz y novedosa los elementos metálicos en sus estructuras. El edificio se construyó sobre un terreno de ochenta metros de lado y cincuenticuatro de ancho, teniendo en su interior un hermoso patio central. Las columnas de fierro se pidieron a la casa Eiffel y Co. de Francia y están ordenadas de manera modular; presenta galerías interiores, de cerca de veinte metros de ancho, donde gracias a sus finos soportes metálicos - en cuyos pedestales y capiteles se apoyan las vigas de madera -, se pudieron exhibir grandes y voluminosas maquinarias. Su fachada es uniforme y está acompañada por pilastras y entre ellas se levantan elegantes arcos de medio punto, sus ventanas son de estilo renacentista. El estilo arquitectónico del Palacio de la Exposición es elocuentemente neorrenacentista, neoclásico afrancesado y con influencias de palacio veneciano.

El arquitecto José García Bryce dice:
"El diseño se inspira en la arquitectura veneciana de los siglos XVI y XVII y en la francesa del XVII, pero la limitación en yeso de estas arquitecturas de piedra le da al edificio un carácter irreal, de algo que es algo a la vez verdadero y simulado, permanente y transitorio".

Cuando se inició la Guerra del Pacífico el Palacio se convirtió en un hospital de sangre y luego como cuartel para las tropas chilenas hasta 1883. En 1889 el Estado cedió el edificio al Concejo Provincial de Lima. Posteriormente, pasó a ser ocupado por diversas instituciones como el Museo de Arqueología, Antropología e Historia, el Ministerio de Fomento, el de Agricultura, la Cámara de Diputados. Cuando se incendió la Municipalidad de Lima, el 3 de julio de 1923, el municipio nuevamente ocupó el inmueble.
En 1954, se formó un grupo de intelectuales y empresarios llamado el "Patronato de las Artes", cuyo principal objetivo era difundir y fomentar el arte y la cultura, por lo que buscaban una sede para establecer en Lima el Museo de Arte. Ese mismo año, la Municipalidad de Lima les otorga la sede del antiguo Palacio de la Exposición que hoy es el Museo de Arte de Lima (MALI).

Una de las charlas más fascinantes que haya habido en el Palacio de la Exposición fue dada por el escritor y periodista iqueño Abraham Valdelomar en la segunda mitad de la década de 1910. Luis Alberto Sánchez cuenta que Valdelomar entró esa tarde al recinto de una manera serena y radiante, entre aplausos del público, público que pagaba por escucharlo porque hacerlo era todo un espectáculo, escuchar cada frase o vocablo era toda una obra de arte.

Bibliografía:
- Itinerarios de Lima de Héctor Velarde
- Historia de la República del Perú de Jorge Basadre
- Clásicos de Arquitectura



LA EXPOSICIÓN NACIONAL DE 1872
Ana María Malachowski


En 1872, al haberse cumplido ya los cincuenta años de la Independencia del Perú, el país y el gobierno vivían un fervor entusiasta y lleno de optimismo, en el Perú se quería imitar los grandes acontecimientos mundiales, esto llevó a la Exposición Nacional que se realizaría en el Palacio de la Exposición. Es así, que por una ley del Congreso se autorizó, en 1869, que este evento se ejecute. Pese al altísimo costo, los trabajos se desarrollaron entre 1870 y 1871. Debía ser una Exposición Nacional de productos naturales, agrícolas, de plantas y animales y también de productos manufacturados. Manuel Atanasio Fuentes ("El Murciélago") tuvo una participación importante junto al arquitecto italiano Antonio Leonardi, encargado de la parte técnica. La Exposición se inauguró el 1° de julio de 1872 en visperas de la culminación del mandato del presidente, el coronel José Balta, y del inicio de la revolución de los hermanos Gutiérrez. Ese día no asistió el jefe de Estado, acaso por problemas politicos del momento, en su reemplazo asistió el ministro de Gobierno Manuel Santa María.
Al entrar al Palacio de la Exposición el visitante veía en una caja de vidrio los objetos que habían sido llevados del Museo Nacional: momias de Cajatambo y Ayacucho. De allí sacó el almirante chileno Lynch las tres que luego se las regaló al marino italiano Carlos de Amezaga, y que éste califica, en su libro de viajes, como piezas extraordinarias. También se llevó a la exposición una piedra monolítica de Chavin así como telas, plumas, arcos, flechas, hachas de piedra, remos y máscaras de terracota. Se exhibieron además, pinturas como la referida a los funerales de Atahualpa, obra de Luis Montero.
Gran cantidad de maquinarias habían sido puestas también en exhibición. Entre ellas estaba la de estampar, inventada por el estudiante Jacinto Marticorena.
En los jardines exteriores se exhibieron diversas aves; unos pocos cóndores habían sido aprisionados en jaulas. Asimismo, se hicieron unos pequeños pabellones en donde los visitantes que paseaban podían pasar momentos de descanso muy agradables. Se expuso también una pieza de mosaico con diferentes clases de madera de Tumbes, obras del artista Enrique Jiménez y las figuras de Luis Medina, artista ayacuchano. En varias de estas obras Medina utilizó, seguramente, la piedra de Huamanga. Otro de los atractivos de la Exposición era la pintura alegórica del Perú con la inscripción: "El Perú libre y soberano amigo de todas las naciones aunque independiente de ellas". Pero algo que causó gran asombro entre los visitantes - y que es un capítulo aparte - fue el reloj monumental, cuyos planos fueron elaborados por Pedro Ruiz Gallo.
Sin embargo, mientras transcurría la Exposición Nacional, en el país se vivía una situación politica bastante grave. En 1872, se fundó el Partido Civil, bajo el caudillaje de Manuel Pardo y Lavalle. Algunos sectores atacaron a esta nueva agrupación pues la nominación "Partido Civil", los hacía ver como enemigos del ejército. Por ese entonces, también se buscaba al sucesor del presidente Balta, entre ellos estaban: Juan Francisco Balta - el hermano del presidente -, Antonio Arenas, Manuel Toribio Ureta y Manuel Pardo. Un amplio sector se inclinó por Pardo siendo posteriormente elegido presidente. Al mismo tiempo, cuatro hermanos, todos con el rango de coroneles, decidieron frustrar el acceso de un civil al gobierno: Tomás, Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez. En esos días en la capital se vivía una sensacion de vacío y zozobra. La población sentía recelo ante los Gutiérrez, esto hizo que la vida de la ciudad se viera interrumpida. Al mismo tiempo, el miedo de los Gutiérrez al pueblo los aisló, los volvió tímidos.
El 26 de julio, alrededor del medio día asesinaron a Silvestre Gutiérrez en la estación de San Juan de Dios (hoy Plaza San Martín). Su hermano Tomás, al enterarse de la muerte de Silvestre comprendió lo que ello significaba: no solo la pérdida de su principal adepto, sino que aseguraba el estallido de la violencia popular en Lima poniendo en peligro su vida y la de sus otros hermanos. Ese mismo día en Palacio, el presidente Balta acababa de terminar de almorzar y dormía cuando fue acribillado a balazos, su cuerpo cayó al suelo. Al amanecer del dia siguiente, dos de los hermanos, Tomás y Marceliano, aparecieron colgados de las torres de la Catedral. Marcelino pudo refugiarse en una casa amiga y así se salvó. El presidente electo - y mayor enemigo de los Gutiérrez - Manuel Pardo, pudo ponerse a buen recaudo cuando supo del levantamiento. Al saber que la Marina de Guerra se había pronunciado contra el golpe militar desde un primer momento, se refugió en el blindado "Independencia". A los pocos días, el 2 de agosto, asumió Manuel Pardo la presidencia de la república.
En la semblanza de Manuel Pardo, publicada en 1938 en el libro "Figuras y Figurones", González Prada dice: "Los Gutiérrez fracasaron por falta de aire: a su grito de rebelión se paralizó el comercio, se cerraron las casas, se retrajeron los vecinos a sus domicilios y la ciudad quedó transformada en una segunda Pompeya".
Casi tres meses permaneció la Exposición abierta al público, el 5 de octubre de 1872, se realizó la ceremonia de clausura; durante todo el tiempo que estuvo abierta, el lugar se convirtió en el preferido para los paseos saliendo de la capital, se desarrollaron conciertos en el teatro ubicado a la derecha de la entrada principal del edificio del Palacio de la Exposición, así como otras actividades culturales y sociales. El ministro de Gobierno Francisco Rosas en su "Memoria" de 1874, menciona que esta obra costó S/. 1'784,620; pero que luego hubo otros gastos adicionales calculados en S/. 298,089.
Manuel Atanasio Fuentes obtuvo el premio de honor común para nacionales y extranjeros; Pedro Ruiz Gallo obtuvo el premio de honor para los nacionales y Demetrio Olavegoya el tercero.
Bibliografía:
- Historia de la República del Perú de Jorge Basadre
- Enciclopedia Temática del Perú


EL RELOJ DE PEDRO RUIZ GALLO (Eten, Lambayeque 1838-1880)


"El reloj del señor Ruíz es un monumento que honraría a cualquier nación. En Roma habría sido autor coronado y agasajado por príncipes y opulentos señores. En París se le hubiera proporcionado ingentes sumas; un título honorífico habría recompensado sus desvelos en Londres; en todas partes el señor Ruíz habría sido alentado y auxiliado; solamente en el Perú se deja batallar al genio, aislado y desamparado, sirviendo cuando más de objeto de curiosidad".
El Comercio, 10 de junio de 1867
Pedro Ruíz Gallo, quien participó en el Combate del 2 de Mayo de 1866, desde ese mismo año comenzó a preparar una serie de planos para cada una de las partes de un reloj monumental. El propio diario El Comercio pedía que el Congreso facilitara al mayor Ruíz Gallo los recursos necesarios para concluir su reloj, que iba a obsequiar al país. El llamamiento tuvo eco en el Congreso pues el diputado por Jaén, Juan Luna, el 1° de julio de 1867, presentó un proyecto de ley pidiendo especial protección para el inventor, y en uno de los artículos, solicitó que fuese enviado a Europa por cuenta del Estado para perfeccionarse. Ruíz Gallo, le expresó su agradecimiento, en carta que con fecha 3 de julio de 1867, apareció en el diario El Comercio. Allí dijo Ruíz entre otras cosas: "....... solo me atrevo a suplicar al señor Luna que haga abstracción de mi persona, eliminando de su proyecto lo que se refiere a mi envío a Europa, solo quiero la protección de mi obra y nada más". ¿Tengo yo, acaso, adquirido algún nombre, alguna celebridad para que merezca ser enviado a Europa? No. Nada para mi persona". Ese mismo año, por motivo de la guerra civil, la obra quedó paralizada por unos meses. Sin embargo, el presidente Balta lo visitó en el taller donde trabajaba Ruíz Gallo. Al año siguiente una resolución legislativa ordenó que el Estado ayudara económicamente para que concluyese el reloj. La obra se terminó a inicios de enero de 1871 y se inauguró el 1° de julio de 1872 en la Exposición Nacional. En junio de ese mismo año, el presidente Balta ascendió a Ruíz Gallo a la clase de teniente coronel.
El reloj de once metros de altura por dieciséis de ancho, estaba constituido por cinco cuerpos. El primero, el central, comunicaba el movimiento a todos los demás y daba las horas. El segundo marcaba los cuartos de hora, las medias, los minutos y los segundos. El tercero señalaba los días, los meses, las cuatro estaciones, los años, los siglos, las fases de la luna y el curso del sol. El cuarto se presentaba, cumplida cada hora, un cuadro de la historia del Perú. Por último, el quinto cuerpo movía un mecanismo que a las cinco de la mañana izaba la bandera y a las cinco de la tarde era arriada. En ambas horas, los centinelas en miniatura ponían las armas al hombro, mientras unas campanas dejaban escuchar el himno nacional. La construcción duró cerca de seis años y se gastaron 31,334 soles, de los cuales Ruíz Gallo solo recibió 21,000 soles. El reloj contaba también con doce cuadros históricos pintados por el propio Ruíz Gallo. Cada hora era una escena distinta. El primer cuadro evocaba la fundación del imperio de los Incas. El segundo, la grandeza del imperio. El tercero, la llegada de los españoles. El cuarto, la prisión de Atahualpa. El quinto, se refería al sitio del Cusco. Los cuadros 6, 7, 8, 9, 10 y 11, representaban el sacrificio de Túpac Amaru, la captura de la Esmeralda, la jura de la Independencia del Perú y las escenas de Junín, Ayacucho y el combate del 2 de mayo de 1866 en el Callao y el cuadro doce trataba de la administración de Balta.
Un periódico limeño de la época decía: "Para llevar el señor Ruíz a cabo esa obra necesitaba ser mucho más que un relojero. De lo que menos hay en esa maravilla es de reloj. Allí el hombre ha debido ser astrónomo, músico, constructor de instrumentos musicales, pintor de historia. No se puede formar una idea sin estar delante de esa inimitable creación del genio se un solo hombre".
El reloj constituyó por mucho tiempo una de las mayores atracciones de la Exposición Nacional de 1872. Cuando el ejército chileno entró a la capital, el reloj ya no funcionaba porque Ruíz Gallo le arrancó algunas piezas de las máquinas, y los chilenos no pudieron reemplazarlas ni ponerlo nunca en marcha. Asi, desarmado, el reloj fue llevado a Chile como botín de guerra.
Cuando Ruíz Gallo se hallaba en su casa ubicada en el Callao, en la esquina de las calles México y Sucre, en abril de 1880, en el momento de poner la carga en un torpedo, una explosión lo hirió de muerte. Sus restos se encuentran en la Cripta de los Héroes.
Bibliografía: Historia de la República del Perú de Jorge Basadre

No hay comentarios.: